Crónica de la jornada "Envejecer en la era digital"
05/12/2025
La digitalización está transformando la vida cotidiana, pero no lo hace de la misma manera para todas las personas. En este escenario, las personas mayores continúan siendo uno de los colectivos más expuestos a las desigualdades tecnológicas.
Para abordar estos retos y oportunidades, la Fundació Ferrer i Guàrdia celebró ayer, 4 de diciembre, la jornada titulada Envejecer en la era digital en el Canòdrom – Ateneu d’Innovació Digital i Democràtica. El evento combinó la presentación de resultados del Estudio sobre las Brechas digitales entre las personas mayores con una mesa redonda de personas expertas en la temática. Además, la Fundación ha presentado un decálogo de recomendaciones.
El 72,8% de las personas mayores de 60 años muestra una baja inclusión digital, y la dependencia de un/a acompañante al utilizar tecnología afecta al 65,5% del colectivo, cifra que asciende al 80,3% entre las personas mayores de 75 años. Más allá del acceso, los principales obstáculos son el miedo, la baja confianza, el edadismo y la falta de formación digital: solo un 7% ha recibido capacitación digital reciente.
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El estudio se realizó a nivel nacional sobre un universo de la población de 60 años y más residente en España. La muestra consistió en 1.000 entrevistas, segmentadas por variables sociodemográficas, y se aplicó la metodología CAPI (entrevistas presenciales asistidas por ordenador). La encuesta aplica el Índice IDAUA para clasificar los perfiles de inclusión digital y diagnosticar con rigor las desigualdades de acceso, uso y aprovechamiento.
Esta investigación permite entender la digitalización como un proceso complejo, vinculado tanto a condiciones materiales como a experiencias vitales y actitudes ante la tecnología. Para Sandra Gómez, coordinadora de proyectos de la Fundación Ferrer i Guàrdia, los datos “desmontan la idea de que la edad es la que hace aumentar la dependencia”.
El análisis de los resultados destaca la urgencia de actuar para cerrar la brecha digital y evitar que envejecer en la era digital se traduzca en exclusión tecnológica, garantizando derechos, autonomía e igualdad de oportunidades. “Las personas mayores pueden y quieren participar activamente en el entorno digital, pero necesitan herramientas, formación y apoyo que les permitan hacerlo con autonomía y confianza”, ha añadido Gómez.
Crónica de la jornada
Bienvenida e intrododucción
La bienvenida a la jornada ha sido realizada por Hungria Panadero. La directora de la Fundació Ferrer i Guàrdia ha subrayado que este estudio “es la primera radiografía a nivel estatal que incluye a personas mayores de 74 años, un grupo que es clave para entender la inclusión digital y que habitualmente se encuentra ausente en las estadísticas oficiales”.
Por su parte, Vânia de la Fuente, médico, antropóloga y experta en longevidad, envejecimiento saludable y edadismo, ha realizado una introducción sobre edadismo y brecha digital. De la Fuente ha definido el edadismo como un conjunto de estereotipos, prejuicios y discriminación por edad que opera a nivel institucional, interpersonal y también de forma internalizada. Rechazando la idea de que exista una incapacidad digital propia de la edad y señalando que la brecha digital responde a desigualdades sociales, como el género o la educación, ha insistido en que la inclusión digital requiere acción social y políticas públicas.
Presentación de resultados
Sandra Gómez y Marta Fullola han resumido la metodología y objetivos del estudio, así como los principales resultados de la investigación.
Mesa redonda
La mesa redonda ha reunido a cuatro especialistas en educación, gerontología e innovación social para analizar los factores que condicionan la inclusión y la exclusión sociodigital de las personas mayores. El debate ha puesto de manifiesto que la brecha digital es un fenómeno multifactorial, donde la edad influye, pero no es el único determinante.
La doctora Mar Beneyto ha subrayado que la investigación tradicional suele excluir a colectivos clave, especialmente mayores de 74 años o personas en entornos residenciales, lo que limita la comprensión real del fenómeno. Beneyto ha recordado que la relación con lo digital está atravesada por diferencias en formación, género, territorio o salud, y que estas desigualdades deben incorporarse al análisis.
Desde la gerontología, Sergi Arenas ha alertado del impacto del “edadismo interiorizado”, que frena la confianza y dificulta el aprendizaje tecnológico. Ha criticado, además, que la digitalización administrativa se haya diseñado pensando más en la eficiencia de los procesos que en las necesidades de las personas, generando nuevas formas de dependencia.
La responsable del Proyecto SeniorLab del Citiliab de Cornellà, Laia Sánchez, ha reivindicado el papel de los espacios comunitarios como motores de empoderamiento. Asimismo, ha defendido metodologías formativas que combinen acompañamiento básico y experimentación creativa, situando a las personas mayores como agentes activos de innovación.
Por su parte, Verónica Rodríguez, de AUPEX, ha aportado una perspectiva rural, marcada por carencias de conectividad e infraestructuras. A través de su experiencia en el proyecto “Extremadura rural, conectada y digital”, ha visibilizado la necesidad de proyectos itinerantes y de proximidad para reducir las desigualdades territoriales y fortalecer la cohesión social.
En conjunto, los participantes de la mesa de debate han coincidido en que avanzar hacia una verdadera inclusión digital requiere combatir estereotipos edadistas, mejorar el diseño de las políticas públicas, garantizar formación continuada y reforzar los espacios comunitarios. Un reto esencial para garantizar derechos, autonomía y participación en un entorno cada vez más digital.
Decálogo para la inclusión digital
Para revertir la exclusión digital de las personas mayores, la Fundación Ferrer i Guàrdia propone un decálogo de actuaciones estratégicas:
- Garantizar un acceso digital equitativo como derecho básico.
- Diseñar entornos digitales accesibles, usables y pensados para la diversidad.
- Combatir el edadismo digital y su impacto en la autoestima.
- Ofrecer formación digital continuada, contextualizada y pedagógicamente cuidada.
- Promover modelos de acompañamiento digital que generen autonomía, no dependencia.
- Desarrollar políticas públicas sensibles al territorio y a las desigualdades estructurales.
- Asegurar una red estable de puntos de atención y acompañamiento presenciales.
- Fortalecer la seguridad digital como eje central de la inclusión.
- Visibilizar la diversidad de las personas mayores en la cultura digital.
- Adoptar un enfoque feminista e interseccional en la inclusión digital.
Estas recomendaciones buscan revertir la brecha digital y poner la tecnología al servicio de las personas mayores, garantizando su autonomía, seguridad y participación activa en la sociedad.
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