Crónica de la jornada “Jóvenes y democracia en la era digital”
06/11/2025
Los desafíos de la fragilidad democrática y el impacto de la era digital en la juventud son clave para comprender la realidad social contemporánea. Esta cuestión fue abordada en el podcast en directo y debate celebrado el 5 de noviembre de 2025 en el BCN Media Hub. La jornada sirvió para presentar el Informe Ferrer y Guardia y contó con la participación de tres expertos en la materia: Marina Subirats, socióloga y pedagoga; Enrique J. Díez Gutiérrez profesor e investigador en educación; y Judith Membrives, investigadora y activista especializada en el impacto de las tecnologías algorítmicas sobre la democracia y el espacio público. El debate puso el foco en como la digitalización y las desigualdades sociales están redefiniendo la manera como los jóvenes viven e interpretan la democracia.
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Las Jornadas Convivencia y Cohesión empezó con la bienvenida de Joffre Villanueva, politólogo y vicepresidente de la Fundación Ferrer y Guardia. El conductor del podcast destacó que el acto se había concebido como un espacio para reflexionar sobre por qué crece la desconfianza hacia las instituciones, como vive la juventud el actual sistema y si la sociedad se encuentra ante un giro conservador o simplemente ante el reflejo de la desigualdad.
Juventud y fractura democrática: Por qué se cuestiona el progreso?
Marina Subirats analizó la resistencia creciente al feminismo, especialmente entre los hombres jóvenes, alimentada por la machosfera y los discursos antifeministas presentes en las redes y en ciertos espacios políticos. Destacó la contradicción entre percepción y actitud: según el CIS, siete de cada diez hombres creen que la igualdad requiere su implicación, pero a la vez se detecta rechazo o “cansancio” ante los adelantos del feminismo. Esta tensión, según Subirats, responde a la pérdida de privilegios: la extrema derecha ha convertido el antifeminismo en un recurso eficaz entre los jóvenes, que a menudo confunden perder privilegios con perder derechos.
La socióloga defendió que los roles tradicionales de masculinidad son obsoletos e incluso “mortíferos”, como reflejan las altas tasas de suicidio, accidentes y drogodependencia entre hombres jóvenes. También abogó para superar los géneros, que entiende como “corsés” que limitan tanto hombres como mujeres.
Educación laica: La trinchera del pensamiento crítico
Enrique J. Díez Gutiérrez centró su intervención en el papel de la educación, a partir de los datos del CIS que indican que un 19,4% de los jóvenes consideran que la dictadura franquista fue “buena o muy buena”. Según Díez Gutiérrez, los jóvenes reflejan el modelo social adulto, y hay que preguntarse qué ha fallado en la escuela pública para que haya crecido el apoyo al fascismo.
Señaló que el neoliberalismo ha penetrado en el sistema educativo, demasiado orientado a las modas pedagógicas y a formar para el mercado laboral. El aprendizaje se ha reducido al objetivo de aprobar, y muchos estudiantes llegan a defender su “derecho a ser explotados” para “hacer currículum”.
Díez Gutiérrez también denunció la carencia de memoria democrática: en las aulas se habla del Holocausto, pero no del genocidio franquista. Concluyó que la educación es siempre política y que, en lugar de enseñar las reglas del capitalismo, la escuela tendría que recuperar el deseo de aprender y fomentar la convivencia solidaria.
Dogmatismos digitales y desigualdades
Judith Membrives cuestionó que la polarización y el auge de los dogmatismos sean solo un fenómeno juvenil. Su intervención sirvió para desmontar la “lectura simplista” que presenta los jóvenes como adoctrinados por las redes, un relato que, según ella, es adultocèntric y forma parte del problema.
Defendió que no se trata de un simple giro conservador, sino de un cambio “epistémico y afectivo” derivado de la digitalización. En el ecosistema digital, información y emoción se confunden, y la verdad o el compromiso político ya no se construyen desde la deliberación racional, sino desde la inmediatez y la reacción emocional. Los algoritmos, diseñados para retener la atención, pulsaban los contenidos más polémicos y emocionales; por eso, el discurso simple y polarizador siempre tiene más visibilidad que el matizado. La radicalización, dijo, no es una disfunción, sino una “consecuencia funcional del modelo económico”.
Membrives añadió que el problema de fondo es el capitalismo. El malestar y la precariedad se utilizan para señalar “enemigos fáciles”, como las feministas o las personas migrantes, convirtiendo la crítica en entretenimiento. Esta infraestructura del odio, advirtió, está financiada por los mismos actores que impulsan el tecnoautoritarisme global.
Puntos destacados del debate y turno abierto de preguntas
Después de las intervenciones principales, el debate se abrió a preguntas y réplicas que confrontaron las perspectivas de los ponientes. La discusión profundizó en las causas de la polarización y la fragilidad democrática, abordando especialmente el papel de las mujeres jóvenes, la infraestructura económica del odio y el uso de los móviles en las escuelas.
Marina Subirats advirtió sobre la fragilidad de la hegemonía feminista: la aceptación del pensamiento igualitario es reciente y vulnerable ante la contraofensiva antifeminista y las divisiones internas del movimiento. Enrique J. Díez Gutiérrez añadió que muchos hombres no quieren renunciar a sus privilegios y que el antifeminismo se ha convertido en el punto de unión del neofascismo global. Subirats propuso mostrar a los hombres que pueden ganar abandonando la masculinidad tradicional y avanzar hacia la desaparición de los géneros, mientras que Judith Membrives replicó que el feminismo no logró una hegemonía real, sino una “institucionalización de una parte del feminismo”.
En relación con la educación, Díez Gutiérrez denunció que la escuela pública ha perdido su función crítica, atrapada en modas pedagógicas y en la lógica neoliberal. Lamentó que se haya sustituido el deseo de aprender por el afán de aprobar. Subirats añadió que el sistema educativo tampoco mujer respondida a necesidades básicas, como la educación sexual, delegándolas a internet y a la pornografía.
Sobre la prohibición de los móviles en la escuela, Membrives rechazó las medidas radicales y defendió una pedagogía del desacuerdo algorítmico, para entender las estructuras de poder digitales. También señaló que la extrema derecha se nutre de una infraestructura tecnoautoritària global, financiada por los grandes actores tecnológicos. Subirats coincidió, destacando que estos síntomas derivan de un capitalismo en fase tóxica, y que el reto es imaginar alternativas reales. Para Díez Gutiérrez, sin superar el capitalismo no se puede superar el neofascismo.
Democracia, desigualdad y laicismo
Con esta iniciativa, la Fundación Ferrer y Guardia reafirma su compromiso con el pensamiento crítico y la promoción de una cultura democrática laica. El podcast nos ha permitido profundizar en los debates del Informe Ferrer y Guardia 2025, especialmente sobre la relación entre desigualdad, radicalización y educación democrática. El episodio es solo una puerta de entrada:Jóvenes y democracia en la era digitalaporta conocimientos y un marco analítico innovador —el laicismo— para entender y afrontar las tensiones contemporáneas.
El reto colectivo es recuperar la confianza y el pensamiento crítico, asumiendo que la democracia no es un legado asegurado, sino una construcción cotidiana. Os invitamos a leer el informe para profundizar en los desafíos democráticos de nuestro tiempo.